No buscaré encontrarte. Cuando suceda intentaré hablarte
como antes, cuando tú ni sospechabas, cuando yo me contenía, cuando sellaba la
boca de mi adentro para que mi voz hablara de cualquier otra cosa.
Será difícil supongo, que mis ojos te escuchen como si
afuera no hubiera pasado nada, mientras adentro sigue ocurriendo todo. Como
Ícaro, buscando un resquicio por el que llegar dentro de ti, como una espera
espiral cuyo trazo es el ansia.
Debo ser un rostro tranquilo en el espejo, pulido con piezas
rotas de pura tempestad.
El corazón es un jardín que siempre llevas contigo, cuyas
raíces perviven aunque los colores se mustien.
Sé que todo es igual, menos este jardín que se opaca,
esperando la lluvia de tus besos.
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