lunes, septiembre 15
La teoría
Por eso la teoría es precisa, porque carece de intriga, porque hasta lo inaudito puede ser probable de una manera ideal, pero carece también de sorpresa, de balanzas que oscilan entre todo o nada. Saber que el mar no está hoy para zarpar, no sirve de mucho cuando ya estás bajo las olas. El cielo no es el mismo si caes, que si lo miras, ni la piedra la misma si la lanzas, que si te hace tropezar.
La teoría carece de tiempo, las agujas carecen de espera, la espera se cansa y se echa a andar porque se aburre del silencio que produce.
La teoría es como el cotidiano periódico que te cuenta de alguna manera que ocurre aquí o allá, desde un lugar externo a ambos, desde un lenguaje de emociones de papel.
Las palabras son un Sísifo cuya cima es lo inefable, el reflejo de mirar atrás cuando estás a punto de llegar, que le hace caer cuando está punto de traducir los vocablos en latidos, a punto de poder averiguar la palabra precisa que describa el miedo y se extinga de tal modo que no quede nada adentro, que privara al amor de poder ser imposible, y dejara al amor posible sin opciones para el tópico ni la rutina, que convenciera al deseo para rendirse o despegar.
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