lunes, septiembre 8

Una mano llena de sábana vacía

La soledad es otra cosa. Está llena de mitos, del placer que da a veces no dar explicaciones, de no encontrar tiempo para diseñar horarios. Está llena de compañías efímeras, de no saber que día ni que nombre amaneció a  tu lado un pelo dorado, unos ojos verdes, negros o cerrados,  una piel tersa o simplemente nadie, o simplemente un hueco con tu mano llena de  sábana vacía.
Está llena de revolverse, en ese tránsito impreciso entre seguir dormido y despertarse, para ejecutar la costumbre de abarcar el mundo de tu cama… y hay alguien.
Está llena de abrazar algo que sueñas y al despertar…. no hay nadie.
La soledad está llena de tiempo que no corre. La soledad está llena de tiempo que pasa como si nada. La soledad está llena de tiempo que pesa más que todo. El tiempo es tan rápido que nunca estuvo y tan lento que ha estado siempre.

 Está llena de palabras que llenan tiempo pero también de conversaciones con el silencio, de estar lo más cerca posible de alguien a ser dos seres extraños sobre una sabana común, de no sabemos quienes somos y ya llegamos al final, porque hay historias cuyo principio es terminar, y de historias que nunca empezaron y debieron ser interminables, de nostalgias sobre todo los domingos por la tarde.

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 Los recuerdos son espejos  de las cosas  como eran