Que bello sería contigo.
Pero sabes qué.
Puede ser bello sin ti.
Mientras preguntas la vida vuela, mientras respondes se diluyen las horas.
Ya sé que en esta estación no será.
Lo que ignoro, con una incertidumbre indolora, es si habrá otra estación.
Si al buscarte, por encontrarte me pierdo, si al recordarte de mí me olvido, creo que no viajaremos muy lejos.
Y no se trata de esa falsa vanidad compensatoria del tú te lo pierdes, ni de un sentimiento sedado. Es más bien que las alas se mustian de estar quietas, que de tanto obviar la prisa, acabe por habitarnos la pereza.
Que bello todo el papel que ocupas.
Pero sabes qué.
No quiero dejar demasiado por descubrir en las entrelíneas.
Porque no se puede pasar página y romper algo del todo, si no dejas de escribirlo.
Llega un momento en que esperar se vuelve restarle horas al futuro.
La contraindicación de las líneas paralelas es que pueden seguirse hasta el infinito sin cruzarse jamás.
A los extremos al menos, los une una línea, aunque también esta línea, sea una ilusión.
No voy a transigir con mi amor propio.
Ni a hacer de adorarte mi religión.
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