Ante tus ojos, entre tus dedos, como un otoño inasible pasa la vida.
Se disipan o hacen ciertos los posibles porvenires.
Crece el pasado y mengua el camino.
Corres cuando más tiempo tienes,porque aún el sosiego no silencia las prisas,
porque aún la calma y la paciencia
no tienen cabida en tus planes.
Y agradeces la madurez.
El aprendizaje de la espera.
El paso a paso.
El poco a poco.
Pero queda siempre en duermevela un atisbo de nostalgia por esa edad de la vida en que toda la vida es ahora.
Y en órbita ambivalente merodeas ese tópico del niño que siempre nos sigue habitando
porque ya lo habremos sido.
Un poco alejándonos.
Un poco extrañandolo.
Dosificando la risa, espaciando la emoción, midiendo o desmesurando las palabras, intuyéndole algún sentido a todos los sinsentidos que no necesitaban sentido alguno.
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