Ahora empieza otra vez, el intentar comprender ese lenguaje raro con que habla la extrañeza, aprendido en camas que se hacen infinitas, en noches que parecen frías, de días que se hacen largos.
Ahora el futuro parece imposible porque parece un presente infinito, la asimilación de una ausencia donde lo que respira ya son solo los recuerdos.
Ahora es una vuelta al insomnio de intentar mantener dormidas las mil tentaciones de la necesidad, a conjugar torpemente el verbo echar de menos, porque poco importa todo lo demás.
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