… y luego la vida sigue.
Al final siempre sigue. No sabes cómo ni hacia dónde exactamente.
Se te cae el mundo, pero el mundo rebota y vuelve a su lugar.
Y la vida sigue. Como si nada a pesar de todo.
A velocidad constante, pero ritmo marcado por los ánimos.
Por un tiempo quieto tus pasos marcan huellas de instantes que si algo dejan recordarás y si se borran es porque no hubo nada que mereciera un recoveco de tu memoria.
Pasan los años por tu piel, danzando sobre el escenario de lo visible, y por dentro el baile es más lento.
Tanto cuando el dolor parece no acabar nunca, como cuando sientes que el placer se escurre entre los dedos, también la vida sigue.
Alentando la prisa o acomodando la espera, el tiempo nunca espera.
Acierto y error son el boceto de tu experiencia, decepciones de lo esperado y alegrías de lo repentino.
Como una balanza inquieta cuya medida de peso es el tiempo.
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