Vivimos en una guerra,
nuestro enemigo es el tiempo
que lucha con agujas,
vivimos llenando el intersticio
entre paso y paso de las agujas,
matando el tiempo
que nunca se muere.
Vivimos en la tregua
de no pensar el uno en el otro
hasta que llegue el momento,
de saber que nuestro tiempo
no es nuestro,
sino que nosotros somos del tiempo.
Vivimos las horas
como única manera
de no tener
que pensar en ellas,
como forma de acostumbrarse,
vivimos sacando grandeza,
de pequeños instantes.
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