Siempre el vocabulario fue más afín a mis dedos que a mi lengua. Y cambiaría, créeme que cambiaría, quemaría, borraría, negaría, cada verso escrito por toda frase que no supe decir a tiempo.
Créeme que cambiaría el papel por tus oídos, pero tus oídos no siempre estaban cerca, junto a mi cama o dentro de esa gaveta donde encuentro todas las cosas que han desaparecido.
Y muchas veces frunces el ceño ante las palabras que dicen lo mismo con otras palabras que te parecen tan bellas cuando las lees.
Para los ojos vendados, la desnudez no existe.
El pasado es una pieza del futuro. Y no siempre encaja. No siempre a lo aprendido le llega el momento de descubrirse, no siempre lo que perdiste se perdió del todo.
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