domingo, diciembre 18

 



Escribir es contarle algo a alguien cuando no hay nadie.
Brindarle un vocabulario al paisaje de pensamientos en vaivén que se suceden bajo la piel, en los dominios de lo invisible, dictados mediante algo que no es del todo una voz, porque transcurre en silencio.
Abrirle las persianas, a lo que de otro modo, habitaría por siempre rincones en los que apenas
da la luz.
Los recuerdos que despertamos.
Las historias que inventamos, basadas en la vida propia o en mundos y transeúntes, cuyos bosquejos surgieron en algún momento de abstracción, de mirada adentro, en que las palabras, como de pronto, como aparecidas por explosión desde la nada, desde un lugar de nosotros en que no sabíamos que estaban, comenzaron a desparramarse en desbandada.
Como un río enloquecido.
Como un rayo de luz.
Como una señal en la niebla.
Escribir es como contarle algo a alguien que aún no está.
Que no sabes quién es, ni en qué cruce del futuro leerá unas líneas escritas en este presente que para entonces será parte del pasado.
Y dejar atrás todo lo que nunca se llega a escribir, todas esas ideas que sin aviso pasan a habitarte durante un suspiro tan fugaz que no llega ni a instante, mientras caminas, mientras avanzas por la carretera, al despertar o en ese letargo que precede al sueño y en el que permaneces en la frontera exacta entre un ser despierto que asimila que se está durmiendo y un ser dormido que antes de serlo del todo piensa que ya lo es. En el que vuelves a engañarte con la idea de que ese principio de novela, ese verso que abre la boca de otros versos no necesita que corras en busca de papel porque mañana va a seguir ahí.
Pero las palabras, siempre traviesas, juegan a esconderse, cuando saben que las buscas, y a invitarse cuando no las llamas.
Escribir es abrir las puertas del infinito al silencio con más vocabulario.
Concatenar ficciones y vivencias con forma de palabras mudas para las que el verbo leer es la metáfora de escuchar si esas palabras tomaran voz.

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 Los recuerdos son espejos  de las cosas  como eran